LO SALUDABLE Y DELICIOSO DE LAS FRUTAS  

Más que estar de moda, el consumo de frutas y verduras debe formar parte de nuestros habitos alimenticios y de salud. Pero no se trata solo de integrarlas a la dieta, sino de saber cómo y cuándo hacerlo.

Experimentar acidez estomacal luego de comer un postre de frutas es indicador de que no las estamos consumiendo adecuadamente. Lo ideal -y que debería ser obligatorio para evitar tan innecesario malestar- es comerlas con el estómago vacío.

La mayoría de las frutas están conformadas por agua en un 90 a 95% y contienen principalmente fructosa. Esta última es transformada fácilmente en glucosa, que constituye el alimento del cerebro. Al ingerirlas, también se depura el organismo, por lo que es mejor no haber probado alimento anteriormente.

Un buen desayuno se compone de ensalada y jugo de frutas y algún lácteo probiótico. De esta forma, se facilita la digestión y luego de un rato podemos comer una nueva porción de frutas a manera de bocadillo. Por lo menos debemos mantenernos así hasta el mediodía.

El motivo de ingerir frutas con el estómago vacío es que se digieren en el intestino delgado intestino delgado y pasan rápidamente por el estómago. De modo que si hay carnes, almidones u otros alimentos ahí, las frutas quedan aprisionadas, se fermentan e impiden realizar correctamente el proceso digestivo, con las molestias del caso.

Por eso tampoco es recomendable tomar néctares envasados, que en la producción vuelven ácida la composición original de las frutas. En cambio, lo mejor es calmar la sed con un extracto, que no altera en nada sus propiedades.

Asimismo, no hay que combinar las comidas con agua, refresco o gaseosa helados, que retardan la digestión y provocan hinchazón en el vientre. Por el contrario, luego de cada comida hay que tomar una bebida caliente que disuelva las grasas y facilite la eliminación de desechos, sobre todo cuando movemos el abdomen en paralelo.

Fuente: Configuración Personalizada

BENEFICIOS DEL MAR

Con la llegada del verano disfrutamos del sol y de la playa. Conseguir un bonito y saludable bronceador, y relajarnos, no son los únicos beneficios que obtenemos de los días al lado del mar.

Este regalo de la naturaleza resulta también muy útil para nuestra salud y belleza. Por ser rico en minerales, potasio, sodio, calcio, etc., un baño en el mar tiene innumerables bondades para el organismo.

Estimula el crecimiento: la presencia de yodo en el agua estimula la glándula de tiroides, que regula el metabolismo. En niños y adolescentes acelera el crecimiento, y en adultos mejora la osificación de fracturas y evita la pérdida de masa ósea y muscular, que se va produciendo con el paso de los años.

Elimina toxinas: los baños de mar contribuyen a elminar las toxinas, porque la diferencia de presión entre aire y el agua estimula el retorno venoso y favorece la eliminación de líquidos por el sudor y los riñones. Es decir, un drenaje linfático muy natural.

Evita el estrés: el masaje del agua sobre la piel, el sonido de las olas y el calor del sol, producen un efecto tranquilizador que mejora el estrés, insomnio y nervios.

Suaviza la piel: el mar, al ser rico en minerales y oligeolementos ayuda a aliviar los problemas dermatológicos ,tales como el acné, piel grasa, hongos, heridas, cicatrices o psoriasis.

Activa la circulación: al entrar en el agua se produce una diferencia de presión desde el fondo (donde están los pies) a la superficie (cabeza y corazón), que impulsa el retorno venoso y activa la circulación de la sangre. Por ello, el mar es recomendable para mejorar várices, mala circulación, hemorroides, etc. Además, el efecto de masaje que ejercen los granos de arena al andar descalzos sobre ellos produce una acción de masaje, a la vez que exfolia los pies, eliminado las celulas muertas y dejándolos muy suaves.

Fuente: Web de la Belleza.