El Malecón de Puerto Peñasco: un deleite en el corazón del puerto.
-Pareciera que el lugar está encantado- comentaba mi colega Yanni mientras comíamos pastel en una cafetería cercana al área del Malecón en Puerto Peñasco, Sonora.
-¿Cuál lugar?- pregunté.
– Pues el Malecón ¡Ni modo que cuál!
Me causó risa su particular tono al pronunciar “iNi modo que cuál!”, como si asumiera que todo mundo podría adivinar a qué lugar se refería.
-¿Porqué dices que está encantado?- insistí.
-Pues…es que lo han remodelado no sé qué tantas veces y la misma gente sigue viniendo como si fuera el mismo lugar.
-Es el mismo lugar -dije-, solo que remodelado. Además, ¿Qué tiene que ver eso con tu sensación de que está “encantado”?
-Es que me parece muy curioso que mantenga su atracción. Muchos lugares los remodelan y ya no vuelven a ser los mismos; algunos dejan de atraer gente. En cambio, en el Malecón se siguen viendo los mismos niños corriendo, los mismos enamorados comprando nieve y el mismo ambiente todos los fines de semana. ¿No te parece eso raro? ¿O al menos curioso? A mí me parece casi mágico.
-No son los mismos niños los que corren -le dije-, son niños diferentes, pero se parecen tanto unos a otros que crees que son los mismos.
Por un segundo, Yanni me lanzó un gesto inquisitivo como cuestionándose si hablaba yo en serio. Me causó tanta gracia que Yanni no captara mi broma, que no pude contenerme a soltar una risita. Inmediatamente su gesto inquisitivo se disipó y un segundo después ella también rió.
–Estoy bromeando- le dije aún riendo–, ya sé a lo que te refieres.
-Ya me lo imaginaba, chistosa.
Por alguna razón mágica, resulta que en cada localidad de nuestra República mexicana (ya sea desde la ciudad más grande o hasta en el más pequeño municipio), siempre hay un lugar del cual los residentes disfrutan más visitar. Generalmente resulta ser un lugar céntrico que se ve concurrido todos los días de la semana, en especial los días Domingo. En Puerto Peñasco, ese lugar más concurrido es, definitivamente, el área del Malecón. De pronto podemos sorprendemos a nosotros mismos sentados ahí, en alguno de los bohemios establecimientos alrededor del Malecón, como esa fabulosa cafetería frente al mar, o ese bar paradisíaco al aire libre; o incluso podemos vernos simplemente sentados en una banca de esa relajante placita frente al mar que se ha vuelto ya una tradición visitar por los residentes. Nos damos cuenta que llevamos años visitando el lugar pero no podemos recordar a ciencia cierta cómo fue que empezamos a disfrutar de él. Como sea que haya sucedido, el Malecón ha sido casa no solo de los que tienen sed de descanso, sino que también ha sido testigo del ir y venir de niños corriendo, del pasar de diferentes eventos regionales y culturales que nos traen a los puerto-peñasquenses un aire refrescante de novedad y convivencia, así como ha sido un refugio abierto siempre dándonos la bienvenida y dispuesto a complacer a cada estado de ánimo.
Ante la re-pavimentación que se realiza actualmente en un par de calles colindantes al Malecón como secuencia de un proyecto de remodelación, de pronto me encontré divagando acerca de cierta sensación de pérdida que en lo personal puede invadirme a veces conforme, con el pasar de los años, noto que la infraestructura alrededor ha ido transformándose sin previo aviso, incluso a veces sin participación de la opinión ciudadana. Es probable que, aún cuando la transformación del entorno resulte para bien, nuestra opinión como ciudadanos vaya diluyéndose dentro del paso incesante de la transformación. Por eso, hay miles de razones por las que cada ciudadano debiera ser partícipe de su entorno y preguntarse si tal o cual lugar debió ser remodelado, o si tal otro debió ser demolido, o si tal construcción se lleva a cabo en propiedad particular o federal, o si tal edificio es o no patrimonio nacional. Tal vez sea necesario recordar que nuestra voz y nuestra opinión como ciudadanos es también parte de nuestra identidad y nuestro patrimonio; un patrimonio que, sin duda, debemos salvaguardar.
Nuestras vacaciones en Puerto Peñasco fueron maravillosas, mis hijos se enamoraron de las albercas, el restaurant estaba de lujo, todo el personal muy amable, el condominio estaba en excelentes condiciones.
Puerto Peñasco es el lugar más hermoso que he visto en México! Nos encantó nuestro hotel, el staff fue muy amable y muy atentos, Gracias!